Había una vez una castañera que se llamaba Tana. Era muy querida por los niños porque cuando llegaba el otoño les regalaba castañas asadas y además les contaba bellas historias que a los pequeños les encantaba.
castañas a Tana y de nuevo ella pudo volver a asar sus frutos.
La castañera envidiosa, al ver que todos los niños volvían al puesto de Tana, le contó a ésta que fue ella quién las robó. Tana, que no era rencorosa, la perdonó y desde entonces las dos castañeras asan castañas juntas en el Paseo y también les cuentan bellas historias a los niños que acuden allí.
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